Ciertos antibióticos potentes administrados a los bebés prematuros en las clínicas de maternidad pueden producir sordera en los niños que tienen una mutación genética relativamente extendida. Así lo descubrió un equipo del Institute of Child Health (Instituto de Salud Infantil) de la University City London. Se trata de los llamados antibióticos aminoglicósidos que se utilizan para tratar ciertas infecciones (sepsis gram-negativas), de los que se sabe que pueden afectar a las funciones renales y dañar el sistema auditivo del individuo, por lo que hay que administrarlos siempre con cuidado. Pero algunos niños heredan una mutación mitocóndrica -la m1555A G- y en ese grupo de criaturas la pérdida de audición es muy alta aunque los antibióticos se administren en dosis que en otros niños pueden considerarse bajas.
En el Reino Unido, unos 20 mil niños que nacen antes de tiempo son tratados anualmente con esos antibióticos que se utilizan también para combatir infecciones en las criaturas que padecen cáncer y enfermedades crónicas como la fibrosis cística.
Los especialistas en genética que estudiaron muestras de sangre de más de 9 000 niños descubrieron que uno de cada 500 tenía la mutación genética que le hacía vulnerable a esos antibióticos de amplio espectro. |